Lo que más me gusta de esta producción es cómo combina el éxito juvenil con la tendencia de los k-dramas, lo cual le da una frescura interesante. El ritmo es fácil de seguir y, desde el principio, queda claro que el desamor es el verdadero protagonista. La comedia no es excelente, pero Anna Cathcart (quien interpreta a Kitty) tiene un carisma especial que mantiene a flote la serie. Además, personajes secundarios como Q (Anthony Keyvan) ayudan a que la trama tenga armonía y dinamismo.
En cuanto a la representación LGBT+, XO, Kitty destaca por su naturalidad al abordar temas de diversidad sexual, particularmente en el contexto asiático, donde la homofobia sigue siendo un problema. Y aunque la trama tiene momentos que poco aportan a la trama y la química entre Kitty y su interés amoroso, Dae (Choi Min-young), podría ser mejor, la serie sabe crear cierto suspenso que genera adicción.
Ahora bien, muchos se preguntarán si Lara Jean y Peter Kavinsky hacen alguna aparición. Sin embargo, la serie se sostiene por sí misma y deja claro que no necesita de ellos para ser interesante. Aunque tiene un final abierto a múltiples posibilidades, habrá que esperar para saber si Netflix renueva la serie para otra temporada. Pero con la huelga de guionistas de Hollywood, en caso de haber una segunda parte, esta podría llegar en el 2025. ¡A cruzar los dedos!